Mariel migrants had no adult memory of pre-Castro capitalist Cuba and were unaware of the challenges of freedom in American society. After years of being told what to do by an ever-watchful state they were eager to plunge into the American way of life, but many didn’t know how. Faced with the riddle of exile life in the United States, and the daily economic struggles between wanting and fearing, adaptation for black, homosexual, and juvenile Cubans in in the Anglo-speaking and predominantly white communities of Wisconsin became extremely difficult.

Los migrantes de Mariel no tenían recuerdos adultos de la Cuba capitalista anterior a Castro y no eran conscientes de los desafíos de la libertad en la sociedad estadounidense. Después de años de que un Estado siempre vigilante les dijera qué hacer, estaban ansiosos por sumergirse en el estilo de vida estadounidense, pero muchos no sabían cómo. Enfrentados al enigma de la vida en el exilio en los Estados Unidos y las luchas económicas diarias entre el deseo y el miedo, la adaptación para los cubanos negros, homosexuales y jóvenes en las comunidades angloparlantes y predominantemente blancas de Wisconsin se volvió extremadamente difícil.

About 180 Cubans settled in the La Crosse area. In 1981, this became the largest black population that La Crosse had seen. Eventually, many Cubans found themselves enduring harsh racism and involved in difficulties with the law. Most problems related to confrontational behavior with area residents, mainly at La Crosse bars. By March 1981, only six months after the closing of Fort McCoy, the La Crosse Police Department had received over 400 complaints involving Cubans, while the La Crosse County Circuit Court had processed cases for 55 Cuban refugees. Cubans were at a clear disadvantage in the legal system, mostly by their lack of comprehension of basic U.S laws and their inability to communicate in English. The lack of interpreters and bilingual social workers equally affected Cubans on probation.

Alrededor de 180 cubanos se establecieron en el área de La Crosse. En 1981, esta se convirtió en la población negra más grande que La Crosse había visto. Con el tiempo, muchos cubanos se encontraron soportando un racismo severo y envueltos en dificultades con la ley. La mayoría de los problemas estaban relacionados con el comportamiento confrontativo con los residentes de la zona, principalmente en los bares de La Crosse. En marzo de 1981, sólo seis meses después del cierre de Fort McCoy, el Departamento de Policía de La Crosse había recibido más de 400 denuncias que involucraban a cubanos, mientras que el Tribunal de Circuito del Condado de La Crosse había procesado casos de 55 refugiados cubanos. Los cubanos se encontraban en clara desventaja en el sistema legal, principalmente por su falta de comprensión de las leyes básicas de los Estados Unidos y su incapacidad para comunicarse en inglés. La falta de intérpretes y trabajadores sociales bilingües afectó igualmente a los cubanos en libertad condicional.